miércoles, 24 de septiembre de 2008

C A M I O N E R O

De tu propia patria, eterno turista;
en rugiente y pesada máquina montado,
con el bello paisaje deleitas la vista
de alba brillante y ocaso anaranjado

Hombre de dura, vivaz y atenta mirada;
tu forzado uniforme... viejo pantalón,
tu camisa... de aceite y grasa manchada,
tu posada... el alto camarote del camión

Giras y esparces tu vida y tu ciencia,
dentro de pequeño volante circular;
tu virtud ... tediosa y larga paciencia,
tu pena... infinita soledad particular

En ese transitar de huecos, piedras y barro,
transcurre el azar de tu dura jornada;
entre el metal, pernos y gomas de tu carro,
conduces tu alma a la meta de la nada

Cual cometa que vuela al ras de la tierra,
surcas las amplias planicies y delgadas veredas.
Y desde el cálido llano hasta la helada sierra,
dejas atrás amores fugaces, sueños y polvaredas

Más allá de tu estela, postrero siempre queda,
el calor de hogar que eternamente añoras;
al final trazado debe llegar tu carga que rueda,
sin importar las semanas, los días ni las horas

Con el bajo sonido de bramante bocina,
anuncias tu presencia rauda y mágica;
pues, en cada curva y en cada esquina,
espera el peligro de fatalidad trágica

¡Prudencia...! Puede que un día o una noche,
en esos raros avatares que guarda el destino,
el poder de los faroles de tu titánico coche,
no iluminen más la oscuridad del camino

“Nox atra cava circunvolat umbra”

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